jueves, 9 de abril de 2009

El pequeño 'Duce' y el ruandés sin papeles


Que el mundo funciona al revés está más que dicho y comprobado. La tragedia sufrida esta semana en Italia nos ha dejado otra perla de esa epidemia mundial en la confusión de los valores más elementales, amén de la idiosincracia al más puro estilo italiano, como la anciana que se tiró 30 horas bajo los escombros mientras hacía ganchillo. La perla del mundo al revés la ha protagonizado, cómo no, un tipo que en cualquier estado con separación de poderes, si es que existe alguno, estaría en la cárcel como top ten de los manguis. El pequeño y peligroso Duce Silvio Berlusconi. Con 250 cadáveres todavía calientes, al descompensado éste, la verdad es que ya no tiene ni puta gracia en sus habituales episodios, no se le ocurre decir nada mejor que los supervivientes debían tomarse la tragedia como un "fin de semana de acampada". No defiendo la violencia pero en algunos casos... qué quieren que les diga. Mientras el consejero delegado del país transalpino demostraba, una vez más, su nivelazo , un ruandés sin papeles esperaba al autobús en L'Aquila para volver a Roma. No, no le había pillado el terremoto.
En realidad, cuando tembló la tierra estaba en Roma pero acostumbraba, de vez en cuando, a ir a la localidad más afectada por el temblor a vender calcetines por la calle y poder llevarse algo a la boca para seguir respirando. Como él mismo aseguró a un periodista, los vecinos del pueblo italiano siempre se habían portado muy bien con él porque cuando no le compraban calcetines le daban algo para que pudiera comer. Por eso, con toda la naturalidad del mundo y sin ninguna confusión de valores, cuando se enteró del seísmo en Roma, cogió el autobús, lo pagó y se plantó en L'Aquila "para ver cómo estaba la gente". Uno, el pirata , acudiendo las reuniones del G-20 y el otro, el elegante, escapando de la Policía para que no le pidan los papeles. Así están las cosas. 35 años de acampada gratis te ofrecía yo, Berlusconi. En Guantánamo.

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